Almuerzo en Medellín

Mi hermano Magnus y yo almorzamos en un restaurante en Medellín. Un muchacho con un gordo fajo de billetes entra el restaurante. Camina entre los clientes y pone billetes en las mesas. Examino a los que se encuentran en nuestra mesa y veo que son bolívares venezolanos. Cuando el chico llega a mi en su segunda vuelta me pregunta si quiero comprar un billete. Tiene varios valores.

– ¿Cuánto cuestan?

– Paga lo que quieras, señor.

– ¿Sin importar la denominación?

– Sí, no importa.

Examino los billetes y algunos tienen un valor de varios cientos de miles. Pero luego me quedo atascado por la denominación más baja, solo cien bolívares. Tiene una imagen romántica de Simón Bolívar, el hombre que liberó gran parte de América del Sur del dominio colonial español. Su nombre completo es impresionante:

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco.

Creo que pagué 5.000 pesos colombianos por el billete. Si va a una página de cambio en línea, verá que 100 bolívares valen 0,0000012136352 pesos. La moneda más pequeña en Colombia es 50 pesos, solo sirve para comprar un caramelo. 50 pesos valen 4 mil millones bolívares

Cien Bolivares

Simon Bolivar, héroe de la libertad

Mi billetera colombiana

En Colombia compré una linda billetera con una imagen de mi autor favorito Gabriel García Márquez. También tiene un nombre largo: Gabriel José de la Concordia García Márquez.  Adorna el billete, que vale 50 mil pesos, la denominación segunda más alta. Hay un billete de 100 mil pesos, pero solo me he encontrado con uno una vez. 50.000 pesos son 113 coronas suecas. Si va a comprar un automóvil en efectivo, se requiere una carretilla.

Sedel Garcia

Gabriel García Márques, autor

Recompensa

Afuera de una tienda en Hudiksvall, encuentro una billetera en el suelo del estacionamiento. La examino y veo que hay 4.000 coronas suecas en efectivo (como 2.000.000 pesos) y una tarjeta bancaria. Hay un nombre en la tarjeta. Utilizo mi móvil y logro encontrar el nombre y el número de teléfono del propietario. Lo llamo y se alegra mucho cuando le digo que encontré su billetera.

– Espera, voy a ir ahora mismo.

Mira con recelo su billetera, y se siente aliviado de que todo el dinero y la tarjeta bancaria estén allí.

– Muchas gracias. Y, por supuesto, deberías tener una buena recompensa.

Luego, el hombre saca un billete de su billetera y me la entrega. Un billete de 20 coronas (8.000 pesos).

– No gracias, estoy bien. No necesito nada de recompensa. Fue agradable poder ayudarte.

20 Lapp

Astrid Lindgren, autora